sábado, noviembre 25, 2006

Revolviendo en una caja de fotos antiguas

La abuela Marina, para mí, son mimos y azotes en el culo, abrazos intimísimos, manos protectoras, alguna riña severa. La abuela Marina es aroma de galletas hechas con las natas de la leche recogida en ollas en el pueblo, olor a croquetas de jamón como nadie las hizo jamás; partidas de parchís y cenas de Navidad alrededor de una mesa enorme. Es carreras por un pasillo infinito y oscuro que lleva desde un salón de madera en un extremo del piso a una cocina de las de antes, con despensa en cuarto anejo. La abuela Marina es el recuerdo de la ilusión de las vísperas de Reyes, mirando la cabalgata de Sus Majestades pasar bajo la ventana del comedor. La abuela Marina, para quien yo fui gusanito, también ganso del capitolio y pozo sin fondo. Cariño, amor, calor, ilusión.



Estos somos mis hermanos y yo en su casa, en la única foto con ella que conservo en papel - en el corazón guardo muchísimas más -. Hace años que murió y nunca sentí que se hubiera marchado del todo; menos aún ahora que soy padre y veo a los míos ejercer de abuelos. Ahora entiendo mejor cómo me pudo querer, de una manera que para mí era imposible concebir entonces, cuánto hizo por mí, cuánto le debo agradecer. Recuerdo como si fuera ayer su funeral (cuánto hará de aquello, ¿diez años? ¿quince? ¡Dios mío, cómo pasa el tiempo!), a mi hermana mayor, una mujer, llorando como una niña otra vez, a mi lado, volviéndose a mí sin saber qué decir ¡tanto fue siempre para nosotros! Y me recuerdo cogiendo su mano y diciéndole que no llorara y echándome a llorar yo, como un niño también.

La abuela Marina es el regazo de a quien acudo cuando soy un bebé y tengo miedo, quien me riñe fingiendo enfado cuando soy un niño y a hurtadillas me cuelo en su despensa a robar, a quien corro con cualquier edad cuando quiero que me cuiden; es quien, cuando tengo veinte años, le dice a mi novia que tenga cuidado conmigo, que soy un ganso y la haré llorar... ¡cuando se la estoy presentando!. Y después le cuenta mil maravillas sobre mí.

La abuela Marina me conoce, ve a través de mí y me quiere como soy, a pesar de lo que soy. También ahora, desde el Cielo. Y siempre, siempre, huele a galletas de nata.

Un beso, abuela.

--
Los abuelos son los ángeles de los nietos (Martin Breton)




Ya' know that old trees just grow stronger,
And old rivers grow wilder ev'ry day.
Old people just grow lonesome
Waiting for someone to say, "Hello in there, hello."

So if you're walking down the street sometime
And spot some hollow ancient eyes,
Please don't just pass 'em by and stare
As if you didn't care, say, "Hello in there, hello."

11 comentarios:

beyo dijo...

:S

Yo también extraño a la mía.

Mar dijo...

Que recuerdos gratos me haz hecho vivir. Gracias por eso.


También gracias por pasar por mi playa. Saludos marinos.

Gloria Álvarez dijo...

Pasaré en otro momento a leerte que estoy trabajando..ejem... Ya me figuré cuando leí "desde en Cantabrico" que eras tu y vine enseguida a buscarte. Gracias por tu visita a ese mi otro mundo virtual. Cuando empecé aqui con otro estilo más impersonal, era con intención de dejar aquel. Me habia implicado demasiado pero no me dejan chico. Es mucho tiempo y he hecho muchos amigos. Ahí puedes conocerme mejor, ya lo habrás visto. Pasate cuando quieras y siempre bienvenido serás, no lo dudes.
Un beso.

Unknown dijo...

Hola!!! Muy hermoso recordar a las personas que nos aman sin condiciones y a las que amamos también. Las abuelas por lo general son esas personas que brindan su amor incondicional y quienes nos acunan cuando tenemos ganas de llorar como niños.

Hermoso el escrito.

Gracias, por darte la vuelta por mi blog ;)

Muchos saludos

beyo dijo...

No. Desde la mía.

¿Suerte en qué?

beso

beyo dijo...

Anda, hombre, ¿cómo me vas a haber molestado?

Nunca, nunca, nunca. =)

McObo dijo...

Pues me quede preocupado. Gracias por contestar tan rápido, estaba pendiente y me quede esperando.

Te contesto aquí porque estaba empezando a tener sensación de monopolizar tu precioso espacio, y no quiero estropearlo.

Gracias, beyo.

Un beso.

ideas dijo...

Algunas fotos, nombres, personas evocan recuerdos entrañables de nuestra infancia, de nuestro ayer.. es una mirada tierna a aquel entonces que se hace presente entre nostalgia.. que tiene olor a nenuco..
¡Qué bonitos recuerdos! ¡cuánto cariño entrelineas!

Gloria Álvarez dijo...

Aqui estoy de nuevo. Que bonita entrada. No tengo muchos recuerdos de mis abuelas, aunque una de ellas vivió con nosotros un tiempo estaba muy mal de la cabeza, supongo que es lo que ahora llamamos Alzhemier, antes no se sabia todo eso y la tomabamos un poco el pelo a la pobre. Ahora veo a mi madre (ayer cumplió 79) haciendo de abuela y sabes? creo que quiere mas a los nietos o lo demuestra diferente, que a lo que nos dio a los hijos o entonces no lo capté. Ahora se hace mayor y nos echa de menos y segun me voy haciendo mayor yo me doy cuenta de que tengo que estar mas por ella... es egoista quizá, pero hasta que no lo vemos cerca... A mi hija (que tiene 18 años) la machaco mucho con que llame o vaya a ver a su abuela, estuvo mucho por ellos de pequeños y claro la juventud va a la suya. Ayer estaba muy contenta mi madre porque muchos nietos la habian llamado...
Un beso y me alegro de verte mas prolifico por aquí, yo estoy ahora en parón... nos vamos turnando.

eva dijo...

estoy bien, solo en stand by

un beso muy grande

Patus dijo...

Estuve paseando por tu blog y me detuve en este post porque soy una sentimental. Yo no tuve a mis abuelos demasiado cerca pero aún así los quise mucho y ahora que mi hija está grande ya sueño con ser abuela yo misma.
Un beso